9 de Abril - 1948 (II)

Todo el sol caía directamente en mi cara. Precisamente el día anterior mi mama cambio de lado la cama, justo para que al amanecer el sol fuera directamente a mi. Últimamente he tenido problemas con mis superiores y con el capitán, pues he llegado tarde, y le conté esto a mi mama, así que ella tomo medidas drásticas.
Ricardito, ¿ya se levanto?-, me pregunto tras la puerta. –si mami, ya salgo- le respondí. Me estaba amarrando los cordones de las botas. Que botas pesadas pensaba. Luego de tender mi cama como me lo habían enseñado en el ejercito, salí corriendo a la cocina.
-Gracias mamá-, le dije mientras me levantaba de la mesa para lavar los platos. Me hizo un gesto con la cara, luego se me acerco, me dio un beso, y me dio la bendición. –Vaya con Dios mijito, se me cuida mucho-, me dijo mientras me miraba con orgullo, porque hoy era mi primer día de guardia. Aun no lo creo, guardia presidencial
Estoy a 10 minutos de la Casa de la Carrera. Que nombre tan extraño para una casa presidencial, la casa de la carrera. ¿Y en que puesto me dejaran? ¿Estaré vigilando fuera? O podré entrar y conocer todo. Que bueno seria, y ver al presidente. Que me salude, seria muy bueno
Mi capitán me dio las instrucciones, como es mi primer día me van a dejar afuera o donde mis posibles errores no se vean. Bueno, al fin y al cabo estoy acá, ¿que mas puedo pedir?. Que bueno seria que el presidente saliera por acá y me saludara. María estaba muy orgullosa cuando le conté, además me dijo que sus papá por fin había hecho buena cara.
Uy, si me imaginaba que esto iba a ser un poco aburrido pero no tanto. Seria muy bueno que pasara algo. Que me enviaran así sea a comprar algo para mi capitán, o a lustrar sus botas. Pero bueno igual es el precio de estar acá, finalmente soy guardia presidencial, y muy pocos pueden decir eso.
Si le digo a María que se case conmigo? Seria muy bueno, además sus papas ya parece que me están aceptando, finalmente soy guardia presidencial. Creo que es hora. Si, le voy a pedir la mano a don Gustavo. Si, la quiero mucho. Creo que es hora. Además mi capitán me dijo que me tenia fe, y que si hacia todo bien me ayudaría.
Jaimes-, me gritaron desde la casa – venga acá-. Era el capitán, no me gusto mucho el tono en que me estaba llamando parecía molesto y preocupado. -¿Si mi capitán?- entone fuerte. -Vaya inmediatamente al frente y este preparado para cualquier cosa, no deje que nadie entre, NADIE ¿me escucho?-, El tono del capitán era cada vez mas preocupante. Salí corriendo hacia el frente de la casa, preguntándome que había pasado. Luego vi a todos los demás guardias corriendo en el mismo sentido. Algo grave debió pasar. Algo muy grave.
De las esquinas lejanas comenzamos a ver un grupo de gente que salía corriendo en dirección nuestra. Solo ahí tuve el valor de preguntarle a los demás que estaba pasando. –Mataron a Gaitán- dijo alguno, no supe quien fue pues todos tenían el rostro fijo en la multitud que se acercaba cada vez mas. Me quede sin palabras. ¿Mataron a Gaitán? pensé, pero como… y los disparos comenzaron a sonar.
No paraban de llegar, cada vez se veían mas y mas. Hombres y mujeres todos enardecidos. Luego de un tiempo de dudar que hacer, comencé a disparar. Eran una enorme cantidad de personas furiosas. Pero ¿porqué nos atacan a nosotros? pensaba, si no hicimos nada. ¿Que pasa?. Los disparos continuaban. Y la gente seguía gritando.
-Munición- grite, -se me esta acabando la munición-. De todos los disparos que hice, se que la mayoría dieron en el blanco. No le dispare a ninguna mujer, solo hombres pensaba, solo hombres. Luego de unos minutos me lanzaron munición pero con la advertencia de que no quedaba mucha, y que nos hiciéramos matar si era necesario para que nadie entrara.
Ya estábamos decididos a impedirles el paso a como de lugar. Algunos ya no teníamos munición, dependíamos de los francotiradores del techo y de los pocos que aun estaban disparando. Recuerdo mirar en un momento a Martínez que estaba a mi derecha, estaba llorando. Creo que todos en ese momento teníamos ganas de desaparecer, de estar seguros de nuevo. –Miren- señalando al fondo estaba Martínez, con un riso de alegría. Tanques.
Se dirigen hacia nosotros, amenazantes. En un momento todos dudamos, sus armas apuntaban a nosotros, y la gente les abría paso vitoreándolos. No vienen a apoyarnos, vienen a acabarnos, pensé. Ya no sabia que mas hacer, mas rezar.
Estallamos en gritos todos cuando vimos la torretas voltearse hacia la estampida de gente y comenzar a disparar. En realidad tuve tanto miedo que en el momento en que vi eso, estalle en alaridos y gritos de festejo viendo la gente caer alrededor.
Estábamos todos cansados, muy cansados. Y aunque todos nos encontrábamos en alerta, en un momento me logre escapar para avisar a mi familia que estaba bien, que habíamos salido victoriosos.
Nos acomodaron a todos en varias partes de la casa pues se pensaba que podían volver. Tomamos turnos para dormir y teníamos muchos mas refuerzos. Ya todo estaba tranquilo. Llego mi turno de dormir. Y la gente nunca mas volvió, así como ese Gaitán.


Bogotá, Colombia.

No hay comentarios: