6 de Agosto - 1945 (I)

Uh, ya?. Nunca me voy a acostumbrar a este cambio de horarios. Mejor me levanto rápido. Ayer el teniente Morrison puso a Johnson a brillar el piso de la cocina con un cepillo. Igual creo que se lo merecía, desde que lo conozco Johnson siempre fue bastante holgazán pero el teniente Morrison ya lo tiene fichado, y solo llevamos un mes acá.
Que cansado estoy. Por fin comienzo a sentir las consecuencias de estas semanas. Tantos preparativos. Y ni una sola palabra. Había que correr para acá y para allá. Pero nadie decía nada. Solo aquello que me dijo el capitán Cooper después de sonreír un poco, -es algo grande chico, es algo grande-. Pero que tan grande?. Porque no dirán nada?.
Recuerdo que cuando nos preparamos para la invasión no había tanto hermetismo. Sabíamos lo que hacíamos y para que lo hacíamos pero ahora?. Ahora nada. No sabemos nada. Y ahora este desayuno que sabe espantoso.
-Ayer partieron los aviones, ¿los vieron?- dijo Robbins. –Si, si pero eran muy pocos debe ser otra prueba-, respondió Welsh y agrego -Cuéntales lo que viste James?-. En eso se acerco la enfermera Williams quien de vez en cuando se nos unía para conversar. –Si cuéntanos que viste Richard-. Le lance una mirada certera a mi compañero por haberlo dicho tan alto. –No, no en realidad no fue mucho. Mi teniente Morrison me pidió llevarle unos papeles al coronel, que estaba en uno de esos hangares, Mi coronel no salio pero si salio uno de los soldados, Grant, quien dejo un momento abierta la puerta. Pero fueron unos segundos-, dije aclarando pues ni yo estaba seguro de lo que había visto. –Y que viste. Cuéntanos-, dijo Robbins. Baje mi voz y respondí –pues vi una aeronave, no se, no estoy seguro pero creo que era un B29, y lo estaban cargando, con algo muy grande, parecía una bomba, pero no lo se, era demasiado grande-.
Ya es pasado el medio día y aun no se sabe nada. ¿Fallarían? Pensé, pues el teniente Morrison nos confirmo que la partida de los aviones no era una prueba. Que había sido el momento.
Estamos felices. Toda la base esta celebrando. Lograron el objetivo. Atacaron Hiroshima, era un ataque directo. Esos malditos nos habían derribado una flotilla y ahora nos vengamos. Que bueno. Se llevaron su merecido esos malditos amarillos.
-La destruyeron-, me susurro Mary, la enfermera Williams. -¿qué?- le respondí y le dije también susurrando, -Si ya lo se, todos lo sabemos, por algo estamos celebrando no?-. y la mire sonriendo. –No, no Richard, no entiendes, la destruyeron, destruyeron toda la ciudad, toda Hiroshima, ya no existe- me dice y en su cara noto un tono de preocupación. –¿Que?- Le vuelvo a responder.
No puedo evita sentir el orgullo de mi país. Con esta arma ya ganamos la guerra. Podremos ir a casa. Pero el rostro de Mary me hace sentir culpable. Intento consolarla pero no hay nada que hacer. Como voy a consolarla si en el fondo estoy feliz, si en el fondo se que hicimos lo correcto. Ganamos la guerra. Ya podemos ir a casa.
Creo que tome de mas, pero esta celebración no debería terminar. Se que nos estamos adelantando, pero que? Con esta arma quien nos va a ganar. Nadie, ahora si somos los dueños del mundo. Nadie nos puede vencer, no veo el momento en que acabemos con los nazis. Uy es muy tarde mejor me duermo, dicen que habrá un ataque mas así que mañana será otro día mas.


Tinian, Islas Marianas

6 de agosto de 1945 (II)

-LiKaDo… LiKaDo- me llama mama, -Despiértate LiKaDo, tienes que acompañar a tu papá-. Desde que a papá se le metió en la cabeza que yo tenia que ser agricultor manda a mama a que me despierte todas las mañanas para que salga con el a revisar los cultivos. Yo no quiero ser Agricultor, yo quiero ir al ejercito. Los quiero ayudar a ganar la guerra. Y manejar uno de esos aviones que pasan a cada rato en el cielo.
-LiKaDo- me grita papá enfurecido, -todas las mañanas es lo mismo, tienes que aprender a cultivar o si no de que vas a vivir?. Con que le vas a dar de comer a tus hijos?-. –yo quiero ir a ejercito, quiero volar un avión-, le respondo con fuerza. El solo se ríe, - un piloto, pero para ser un piloto debes ser un hombre, y como vas a ser un hombre si ni siquiera te puedes levantar temprano- dice.
Luego de trabajar por unas horas, papá me permite descansar y me envía a la casa a que traiga agua. En el camino veo a mama a lo lejos saliendo de la casa, se despide. Debe ir a donde los abuelos, ella todos los días iba a visitar a mis abuelos. Primero se iba a donde sus padres, estaba con ellos tomaba un te y luego salía a donde lo papas de mi papa. Tomaba otro te para luego volver a la casa.
Que paso?, de repente todo me duele, estoy en el piso, que hago acá? La cabeza me esta dando vueltas. Miro hacia todos lados y todo esta destruido, las ventanas, todo esta tirado en el piso como si un viento fuerte hubiera golpeado todo. -¿Mamá?, ¿Papá?- el dolor es muy fuerte, estaba llenando de agua la olla para llevarle a mi papá y acá me despierto. ¿Que me pasa? ¿Que paso?
Miro a todos lados y solo veo escombros, mis pies están entumecidos y mis manos temblorosas, miro a todos lados pero nada, no reconozco nada. -¿Mamá? ¿Papá? ¿donde están?- Grito, pero nada, no se escucha nada.
Salgo de la casa y camino hacia donde recuerdo estaba mi papa, pero no hay nada, los cultivos están humeantes, todo esta negro y gris. Ni siquiera escucho mis pasos, no se que me pasa, no escucho nada, ni un sonido. N se si voy en la dirección correcta. ¿Qué paso?. Me volteo para ver la casa, pero no es la casa lo que me cautiva. Es un hongo, gigante que se ve a lo lejos, hacia la ciudad de Hiroshima.
-¿Papá?, ¿Papá?...- grito con todas mis fuerzas pero creo que no yo me escucho. Me siento solo, tengo frío, ya nadad me duele. -¿papá?- comienzo a llorar, ¿qué paso? Me cabeza de nuevo comienza pesar mes de lo normal. Necesito sentarme. ¿Pa…
¿Qué paso?, ¿donde estoy?, y todo regresa a mi. -¿Papa?, ¿Papá?- grito y ya mis oídos parecen destaparse. Me vuelvo a levantar y comienzo a caminar hacia donde estaba la casa. Ahora no hay nada, solo algunas paredes, ni siquiera el techo resistió. ¿Que paso? Al fondo sigo viendo el hongo gigante cada vez es mas espeso y mas grande. El dolor en mi cabeza se hace cada vez mas agudo, mas insoportable.
Comenzó a llover pero que extraño, ¿estoy muerto?¿será un sueño?, tanto dolor y ahora esta lluvia negra, no puede ser debe ser un sueño. Pero no quiero estar solo. Quiero despertar. La lluvia agudiza aun mas el dolor, miro mis manos y están todas cubiertas de agua color negro, espeso. Y sangre. Mi sangre.
-Tengo frío. Todo desapareció. No encuentro a mis papás-, fue lo único que logre decirle a la señora que me tenia en brazos. Pero se que mis palabras eran sin sentido, sabia lo que quería decir pero ya no sabia como decirlo. Recosté mi cabeza atrás y vi como le alejaba de mi casa. –No, mi casa- comencé a decir pero no me entendían, quiero volver a mi casa. Mamá llegar de donde mis abuelos, ella me va a venir a buscar. Llévenme a mi casa. Pero tanto esfuerzo acabo mis fuerzas, solo me salían las lagrimas y después nada.
Cuando me desperté había un campo, acabado, lleno de gente tirada en el piso, y otros mas caminando de lado a lado. No puedo abrir mi ojo izquierdo, ¿que pasa? y me doy cuenta de que tengo vendada la cabeza con algo. Una mujer me tiene en brazos. –No-, grito con fuerza y me alejo de ella en un salto, -necesito volver a casa mamá me ira a buscar-. La miro, y ella me mira extrañada, sin comprender que pasaba. -Tranquilo, LiKaDo- me dice -soy yo-.
-Tengo frío-, Mama me abraza con fuerza y me canta esa canción que mi abuela siempre me cantaba cuando salíamos a recibir al abuelo. Siempre cantaba la misma Canción. Mi abuelo trabajaba hace un tiempo en la ciudad, se iba todas las mañanas y en las tardes mi abuela y yo salíamos a recibirlo en la estación. Siempre traía algo. Y siempre partía la mitad y me la daba a mi fuera lo que fuera para que la llevara a casa y compartiera con mis papás. Como a veces se demoraba entonces mi abuela cantaba y cantaba.
-Tengo frío- le decía a mamá. Y ella no paraba de llorar. –Ya todo va a pasar, ya todo va a pasar- me decía y se secaba las lagrimas. Seguía cantando. –Tengo frío- Le dije de nuevo. –Duerme- Me respondió. –Duerme tranquilo que tu papá te estará esperando-.

Kaita-Cho, Chugoku. Japón.

9 de Abril - 1948 (I)

Lo mataron! Lo mataron!- entra el tío Manuel a la casa gritando. Mi papá se levanta de su sillón y grita con furia,-¿que pasa?, ¿a quien?-. -a Gaitán.- Dice el tío Manuel.
Desde que me levante me di cuenta que hoy no era un día común. Se veía en las caras de todos. Mi mamá me levanto muy temprano, para ir a la plaza de mercado. Luego de cambiarme fui a la cocina y todos estaban sentados desayunando, todos menos María. Que estaba jugando en el patio. –Ma, no quiero ir a la plaza-. A lo que papá dijo, -déjelo mija, déjelo que se quede conmigo, mas bien lleve a la nena, llévese a María que hace rato que no sale a pasear-.
-No, hoy no puedo salir a jugar- le dije a pedro. El viene todos los días para que juguemos a la pelota. Pero hoy no. –Mi papa esta en la casa y estoy jugando con el-. Estábamos en la puerta de la casa que siempre estaba abierta, y mi papa grito desde el patio –¿Que pasa?, ¿Quien es?-. –Pedro papá, es que viene a que juguemos pero ya le dije que no, porque estoy jugando con mi papa-. Respondí.
Nos sentamos a tomar una limonada que hizo mi abuela. Estábamos muy cansados, hacia mucho tiempo que no jugaba tanto, y menos con mi papa. Nos sentamos a hablar, y me comenzó a decir muchas cosas, la mayoría no las entendía, solo decía que todo iba a cambiar, que un señor iba a ser el presidente y que nos iba a ayudar mucho. A todos.
Papá!-, grite con todas las fuerzas, - llego mamá-. Comencé a cargar todo, primero le ayude con las naranjas, y luego de llevarlas a la cocina, volví a ayudarle con los Bananos, la papa si se la deje a mi papá porque estaba muy pesada y era mucha. –Ricardito, vaya y ayúdele a su abuela a guardar todo-, me dijo mi mamá después de darse cuenta que hacia mas estorbo que ayuda.
Lo mataron! Lo mataron!- entra el tío Manuel a la casa gritando. Mi papa se levanta de su sillón y grita con furia.- ¿que pasa?, ¿a quien?-. -a Gaitán.- Dice el tío Manuel. Mi mama comenzó a gritar, y a llorar, mi abuela se sentó, sofocada, y mi papa, se agarro la cabeza con desesperación. El y el tío Manuel, salieron corriendo afuera.
María no hacia sino llorar, estaba buscando a mi papa y como no lo veía seguía llorando. Mi mama la intentaba calmar pero al rato se desesperaba y la regañaba, luego ella también se ponía a llorar. Yo solo preguntaba a quien habían matado, pero nadie me respondía, solo mi abuela quien me dio una bofetada después de un rato de estar preguntando.
-Ven María vamos al patio-, le dije, la tome de la mano y la lleve conmigo. Nos pusimos a jugar a la pelota, o bueno a un intento de pelota porque María solo la agarraba con la mano y salía corriendo. Y yo le seguía gritando que no, que con la mano no, solo con los pies. Pero ella no hacia caso y se reía.
-Venga mijo-, me grito mi abuela. -Tómese esta sopita y ayúdele a su hermanita a comer-. ¿Donde esta mi ma?-, le pregunte. -Salio mijo, salio a buscar a su papá-.
María se tomo toda la sopa, yo no, tenia arveja y a mi no me gusta la arveja. Solo me tome el caldito y me comí la carne. ¿Vamos a jugar?- me dijo María. –No María, descansemos y esperemos a que llegue mi papa y jugamos con el ¿si?-.
Mi abuela saco un butaco y se fue a sentar a la entrada de la casa, desde ahí se escuchaba el radio de don Pablo que vivía al lado. Pero mi abuela casi no la escuchaba porque se la paso rezando todo el tiempo. A veces se le veía una lagrima en la cara, pero cuando le preguntaba si le pasaba algo me miraba con cara de preocupación y no decía nada, seguía rezando.
-Ahí viene, Abuela ahí viene mi papá-, grite y salí corriendo a recibirlo, cuando llegue a el me di cuenta de que estaba lleno de sangre y su ropa estaba rota. Como si hubiera peleado con alguien, o con muchos.
Ya María deja de llorar, vamos al patio y jugamos a la pelota-, le dije para que se calmara pero ella no paraba de llorar pues mamá no regresaba. Se había ido a buscar a mi papá y el regreso solo. Ahora después de cambiarse y limpiarse, papa se sentó junto a la abuela, en la entrada, pero ya era muy noche, y don Pablo ya había apagado el radio. Solo esperaban a mamá.

Bogotá, Colombia.

9 de Abril - 1948 (II)

Todo el sol caía directamente en mi cara. Precisamente el día anterior mi mama cambio de lado la cama, justo para que al amanecer el sol fuera directamente a mi. Últimamente he tenido problemas con mis superiores y con el capitán, pues he llegado tarde, y le conté esto a mi mama, así que ella tomo medidas drásticas.
Ricardito, ¿ya se levanto?-, me pregunto tras la puerta. –si mami, ya salgo- le respondí. Me estaba amarrando los cordones de las botas. Que botas pesadas pensaba. Luego de tender mi cama como me lo habían enseñado en el ejercito, salí corriendo a la cocina.
-Gracias mamá-, le dije mientras me levantaba de la mesa para lavar los platos. Me hizo un gesto con la cara, luego se me acerco, me dio un beso, y me dio la bendición. –Vaya con Dios mijito, se me cuida mucho-, me dijo mientras me miraba con orgullo, porque hoy era mi primer día de guardia. Aun no lo creo, guardia presidencial
Estoy a 10 minutos de la Casa de la Carrera. Que nombre tan extraño para una casa presidencial, la casa de la carrera. ¿Y en que puesto me dejaran? ¿Estaré vigilando fuera? O podré entrar y conocer todo. Que bueno seria, y ver al presidente. Que me salude, seria muy bueno
Mi capitán me dio las instrucciones, como es mi primer día me van a dejar afuera o donde mis posibles errores no se vean. Bueno, al fin y al cabo estoy acá, ¿que mas puedo pedir?. Que bueno seria que el presidente saliera por acá y me saludara. María estaba muy orgullosa cuando le conté, además me dijo que sus papá por fin había hecho buena cara.
Uy, si me imaginaba que esto iba a ser un poco aburrido pero no tanto. Seria muy bueno que pasara algo. Que me enviaran así sea a comprar algo para mi capitán, o a lustrar sus botas. Pero bueno igual es el precio de estar acá, finalmente soy guardia presidencial, y muy pocos pueden decir eso.
Si le digo a María que se case conmigo? Seria muy bueno, además sus papas ya parece que me están aceptando, finalmente soy guardia presidencial. Creo que es hora. Si, le voy a pedir la mano a don Gustavo. Si, la quiero mucho. Creo que es hora. Además mi capitán me dijo que me tenia fe, y que si hacia todo bien me ayudaría.
Jaimes-, me gritaron desde la casa – venga acá-. Era el capitán, no me gusto mucho el tono en que me estaba llamando parecía molesto y preocupado. -¿Si mi capitán?- entone fuerte. -Vaya inmediatamente al frente y este preparado para cualquier cosa, no deje que nadie entre, NADIE ¿me escucho?-, El tono del capitán era cada vez mas preocupante. Salí corriendo hacia el frente de la casa, preguntándome que había pasado. Luego vi a todos los demás guardias corriendo en el mismo sentido. Algo grave debió pasar. Algo muy grave.
De las esquinas lejanas comenzamos a ver un grupo de gente que salía corriendo en dirección nuestra. Solo ahí tuve el valor de preguntarle a los demás que estaba pasando. –Mataron a Gaitán- dijo alguno, no supe quien fue pues todos tenían el rostro fijo en la multitud que se acercaba cada vez mas. Me quede sin palabras. ¿Mataron a Gaitán? pensé, pero como… y los disparos comenzaron a sonar.
No paraban de llegar, cada vez se veían mas y mas. Hombres y mujeres todos enardecidos. Luego de un tiempo de dudar que hacer, comencé a disparar. Eran una enorme cantidad de personas furiosas. Pero ¿porqué nos atacan a nosotros? pensaba, si no hicimos nada. ¿Que pasa?. Los disparos continuaban. Y la gente seguía gritando.
-Munición- grite, -se me esta acabando la munición-. De todos los disparos que hice, se que la mayoría dieron en el blanco. No le dispare a ninguna mujer, solo hombres pensaba, solo hombres. Luego de unos minutos me lanzaron munición pero con la advertencia de que no quedaba mucha, y que nos hiciéramos matar si era necesario para que nadie entrara.
Ya estábamos decididos a impedirles el paso a como de lugar. Algunos ya no teníamos munición, dependíamos de los francotiradores del techo y de los pocos que aun estaban disparando. Recuerdo mirar en un momento a Martínez que estaba a mi derecha, estaba llorando. Creo que todos en ese momento teníamos ganas de desaparecer, de estar seguros de nuevo. –Miren- señalando al fondo estaba Martínez, con un riso de alegría. Tanques.
Se dirigen hacia nosotros, amenazantes. En un momento todos dudamos, sus armas apuntaban a nosotros, y la gente les abría paso vitoreándolos. No vienen a apoyarnos, vienen a acabarnos, pensé. Ya no sabia que mas hacer, mas rezar.
Estallamos en gritos todos cuando vimos la torretas voltearse hacia la estampida de gente y comenzar a disparar. En realidad tuve tanto miedo que en el momento en que vi eso, estalle en alaridos y gritos de festejo viendo la gente caer alrededor.
Estábamos todos cansados, muy cansados. Y aunque todos nos encontrábamos en alerta, en un momento me logre escapar para avisar a mi familia que estaba bien, que habíamos salido victoriosos.
Nos acomodaron a todos en varias partes de la casa pues se pensaba que podían volver. Tomamos turnos para dormir y teníamos muchos mas refuerzos. Ya todo estaba tranquilo. Llego mi turno de dormir. Y la gente nunca mas volvió, así como ese Gaitán.


Bogotá, Colombia.

24 de Marzo -1977 (I)

-Ricardo… Ricardo-, susurra a mi oído María.
En estos últimos días he tenido que ser mas cuidadoso, por lo que no he podido dormir tranquilo. Me despierto cada vez que escucho un coche frenar, o al perro de la señora del lado que le ladra a todo lo que se mueve. Pero he sido cuidadoso, no he vuelto a hablar. No desde que a Hernán se lo llevaron. Pasamos días frente a la comisaría junto a su esposa. No para de llorar. Y nada. No dicen nada. Mejor me callo yo también.
-Ricardo…- vuelve a decir María. -¿Qué pasa María?, ¿no ves que estoy Durmiendo?-. -Ricardo, están golpeando la puerta-. Y de un solo salto estoy en pie. Escucho los golpes en la puerta, pero son bastantes suaves. No, si vinieran por mi lo que menos harían seria golpear la puerta. -¿Que pasa Ricardo?-. Me pregunta María. –Nada- le respondo, -no pasa nada-.
Que mala noche que pase. Como todos estos días. No hago mas que esperar el momento. Hoy no voy a la escuela, no puedo. Igual ¿que voy a enseñar?. Me levanto a eso de las 8am. Otra noche mas. Tantas cosas que se escuchan por la calle. Ahora no puedo caminar tranquilo. Cuando voy hacia la escuela no dejo de mirar hacia atrás, y cuando doblo las esquinas me detengo por momentos a observar que hay mas adelante. No hoy no, hoy no voy a la escuela.
Luego de que María se fue a su laburo. Me quede solo. Enciendo la radio y nada, no hay nada. Ya nadie dice nada. Solo un año ha pasado, y ya nos tienen callados. Varios compañeros profesores no volvieron a la escuela, por miedo. Subo a la terraza para fumarme un cigarrillo. Desde que María me confesó su profunda repulsión a mi vicio, decidí hacerlo en la terraza. No se que haría sin ella. Se levanta muy temprano y deja el almuerzo hecho todos los días, todos. Luego sale a su laburo y regresa en las tardes sin un asomo de cansancio. No me imagino lo molesta que se sentiría si supiera en las que ando... quien lo iba a creer. Nadie creo, nadie. Termino mi cigarrillo y en el cielo se ve un helicóptero a lo lejos. Pasan muy seguido. Son los del ejercito. Pero ¿que hacen? ¿Creen que nos vamos a escapar volando o que?-.
Uy lentejas. Que buena María! Que grande!. No se porque a nadie le gustan. María siempre cocina lentejas cuando sabe que algo me preocupa, claro, con el episodio de esta mañana. Pero a quien se le ocurre salir a las dos de la mañana y dejar las llaves dentro. Este Ernesto vive en otro mundo.
Intente dormir una siesta, pero nada. Tampoco me da tregua la tarde. No se que hacer. Le quiero decir a María que nos vayamos de acá, al campo. Lejos. Pero no, se que ella no lo quiere, con todo lo que pasa ahora, no se quiere separar de sus padres. Y yo tampoco la puedo obligar.
Nada que llega, ¿donde estará? Si sale del laburo a las 4 y es media hora de recorrido... ¿que pasa?. ¿Donde esta? ¿Porque se demora tanto?. Iría donde sus padres?. No, ella los visita una vez entre semana y ayer fue. Que pasa?
-¿Donde estabas? ¿Porque tardaste tanto?-
-Para, para. Si no me demore nada, pare en el súper a comprar unas cosas. ¿Que te pasa? Estas muy raro últimamente ¿eh?- me dice y a la vez sonríe. –Nada, no me pasa nada-. Respondí apenado. – es solo que con todo esto-, a lo que ella me interrumpe –si, si con todo lo que esta pasando, si, si me lo has dicho miles de veces. ¿En serio te tiene tan mal todo esto?-.
Luego de escuchar un poco radio y de ver el atardecer los dos, como siempre charlando, nos sentamos a comer. Entre tanto la comencé a mirar. No lo puedo creer, no se como hice para encontrarla. Es increíble, todo lo que hace. Ella me mira y me dice –¿que?-. –nada, nada- le respondo y sonríe en complicidad, porque lo sabe, sabe lo que estaba pensando. –Si, soy increíble- dice con una gran sonrisa.
Ricardo- me dice mientras nos acostamos.- he estado pensando y.. y bueno se que todo esto que ha pasado y pues, Hernán, bueno yo se que no estas bien. Creeme yo lo siento. Cuando hablamos, cuando salimos. Bueno las pocas veces que lo hacemos porque ahora no queres salir ni a la esquina.. bueno a lo que voy es a que, no se, vos siempre me has hablado de cómo te gusta el campo y todo eso. Y pues no se, pensaba que si vos queres, y si vas a estar mejor en el campo. ¿Porque no nos vamos?-. La mire con los ojos mas abiertos que nunca. -María ¿me esta cargando?, sos cruel ¿lo sabias?-. – No, Ricardo, es en serio. Vámonos. Yo se que lo decis por mi padres pero ya esta, ellos pueden vivir sin mi, aun están jóvenes, y además nos pueden ir a visitar cuando quieran-.
Hace mucho tiempo no sentía la tranquilidad que siento hoy para irme a dormir.
Es la madrugada y escucho un fuerte golpe. Es la puerta. María comienza a gritar. Cuando logro reaccionar, solo puedo decir, -llegaron, llegaron por mi-.


Buenos Aires, Argentina.

24 de Marzo - 1977 (II)

-¿Papá?-. ¿qué queres María?, respondí. Tiene 10 años. No hace mucho que los cumplió. Le hicimos una pequeña fiesta en familia y algunas personas conocidas. Solo vino una compañera de villa Devoto donde laburo. Es la única que tiene hijos, bueno uno, se llama Carlos, y tiene 5 años.
-Mamá me dice que te despierte, que te tenes que levantar-. Dice María con temor, asomando su cabeza por la puerta y luego desaparece. ¿Ya? pense, ¿realmente dormí?. Me siento tan cansado. Desde hace algunos meses que no puedo dormir tranquilo, en realidad no creo que lo vuelva a hacer.
Camino hacia la cocina donde esta Soledad, mi mujer. Me tenia listo un plato de comida envuelto, para llevar al laburo. –¿Sabes?, no me gusta cuando laburas el turno de noche, no me gusta quedarme sola, no duermo bien-, y me mira malhumorada. Se que no es solo eso, se que ella siente lo que esta pasando allá, que no le gusta mi laburo en villa Devoto, pero así son las cosas. Es lo que hago. Y a mi no me molesta.
María veni a despedir a tu papá-, grita Soledad. –¿llevas todo?- me pregunta. –si, si lo llevo todo- menos mi conciencia pienso, es lo único que no echo de menos cuando estoy allá.
Uy, esta haciendo bastante frío, debí traer otra campera. Bueno menos mal allá tengo la del uniforme. Es buena, es bastante gruesa y grande, no he sentido nunca frío con ella. Que bueno que nos dieron esa.
Espero que hoy sea buena noche, estos últimos días han sido bastante tranquilos, no ha llegado nada nuevo. Menos mal ya no hago eso, ahora es solo vigilar y supervisar a los demás, que bueno. Ya me aburría, siempre lo mismo, y nunca dicen nada nuevo. Y ya no se busca que digan nada. Aparte de que digan lo que queremos que digan. Es aburrido. Pero bueno, son ellos los que saben porque.
Me encontré con Clara y Agustina en la entrada, iban de salida. Se les veía cansadas igual que yo. Pero bueno sabemos que es otro día de laburo, algún día habrá calma, cuando nos deshagamos de los que no creen en nosotros. No se que habría pasado si no hubiéramos hecho nada. Estaríamos en la mierda.
Todos estamos listos, hoy llega un grupo nuevo. Va a ser la primera vez para Jose. Vamos a ver de que esta hecho. Es un poco difícil. Recuerdo mi primera vez, fue sencillo, pues no sos el que siente dolor, y terminas desahogándote de todo lo malo. La única parte difícil es verle el rostro después. El primero jamás se te olvida, el resto ya no importan.
No pude evitar pensar en mi hija cuando nombraron a una de las nuevas. Se ve bastante bien. En su historial dice que su marido era uno de esos.Ya no. Como pudo terminar con alguien así.
Jose salio corriendo, no lo aguanto. Somos pocos pensé.
Me senté a escribir el informe de la noche, Jose se va a la mierda. No me envíen mas esta clase de jovencitos sin experiencia. Luego apareció García, con su sonrisa de siempre. Nos pusimos a charlar sobre la noche y sobre Jose. Nos reímos un buen rato, pobre chico. Pero si no servís no servís.
-¿Y María?-. le pregunte a Soledad al llegar a casa. –en la escuela. Siempre me preguntas lo mismo- me responde, -pero son los turnos, no me acostumbro-, le digo. Sonríe y me da un abrazo.
Sonó el teléfono, Sole contesto. Yo seguí recostado intentando dormir. -¿Ricardo? Me dice. –Si, decime-. Llamaron de la escuela de María voy por ella. –¿Tan temprano?, ¿paso algo?, qué paso?-, le dije preocupado mientras me sentaba en la cama. –no, no, no te preocupes, es solo que el profesor no fue hoy, no aparece-.

Buenos Aires, Argentina.